domingo, 15 de diciembre de 2013

Hay días en que te sientes realmente solo. Estás rodeado de gente, pero te sientes solo.
Puede que solo sea un sentimiento, que en realidad no lo estás. Tienes millones de personas a tu alrededor. Mucha gente que te apoya día tras día, está ahí para ti. Pero a veces no puedes verlo. Te tumbas en la cama y dejas que pasen las horas. Pero ni siquiera un alma pasa a visitarte. Ni una llamada. Nada.
Estás lejos de tu familia, de tu casa, de tu gente. Parece que en los momentos que estás mal nadie lo nota, nadie intenta dar ese apoyo que tú das cada día a quien lo necesita. Antes de que te digan "te necesito" ya estás ahí, junto a las personas que te importan, callada, pero la compañía en los momentos en los que más la necesitas vale más que mil palabras. Pero no hay nada para ti cuando pasas por esos momentos. Ya estás cansada, ya no gritas pidiendo ayuda. Gritas en tu interior, pero nadie te escucha. "¿Para qué?", pienso, "si vas a seguir sintiéndote sola... No quiero molestar a las personas que quiero con mis problemas e inquietudes. Solo quiero que estén ellos bien." Pero... ¿Y yo? ¿Qué pasa conmigo? ¿Quién piensa en mí? Aparentemente, nadie. Y si lo hacen, no se nota.
Solo me queda pensar en mi persona especial, quien tampoco ha estado hoy para mí. Iba a estar, pero no lo ha estado. ¿Me ha fallado? Puede que no. Al fin y al cabo, yo no he pedido ayuda. Yo soy mi única ayuda, y no me sirvo de nada. Solo me queda cerrar los ojos. Dormir. Mañana será otro día, pienso. Mañana veré a la única persona con la que me gustaría estar ahora mismo. ¿La veré? ¿Me volverá a fallar? No lo sé. Toca esperar. Ah, la espera... Ya sabéis lo que dicen, "quien espera desespera". Las esperas me matan, pero probablemente esta merezca la pena.
Os dejo por hoy. Cerraré los ojos y a dormir. MAÑANA SERÁ OTRO DÍA...


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